La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Si supieras cuántas noches
Cuántas noches te he olvidado
Cuántas veces lo intenté
Si supieras cuántos días
Cuántos días te he imaginado
Sentada en el desván a mi lado
Hoy ya sé que no volveré a ti
Hoy ya sé lo que no es fácil admitir
Hoy ya sé que a veces ocurre así
Comprendí
Si supieras cuántas veces
Rescaté de la memoria
Cada momento, cada instante de la gloria
Si supieras las estrellas
Que conté dándole vueltas
Siempre a la misma historia
Hoy ya sé que no volveré a ti
Hoy ya sé lo que no es fácil admitir
Comprendí que a veces ocurre así
Y esta vez me toca a mí
Y seguiré aquí sentado
En el desván de los sueños
Esperando una estrella fugaz
Que distraiga el pensamiento
Que me baje hasta el suelo
Y que sea como una señal
Para volver a empezar