La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Una mirada, un corazón
un vaso lleno de su amor
vino a mi y estalló.
Te ví cantandole al amor
te ví cargando el dolor
tus ojos llenos de amor.
Llevamos juntos esta cruz
sabiendo que el día de la luz
llegará, Él vendrá.
Desde las nubes nos llamará con su voz
cuanta armonía cuando subamos a Él.
Si ante mis ojos cerraré
lo último que quiero ver
son tus ojos, mi amor.
Sé que al instante lo abriré
y ese es el sueño que esperé
ver los ojos de Dios.
Esto no es un juego de palabras
cuando el mundo se desangra.
Los de limpio de corazón miran con ojos de paz
bienaventurados son porque ellos verán a Dios.
Esa es la promesa y juntos vamos a estar ahí.
Esperaré,
No tardará,
Él vendrá.