La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Yo quiero darle un beso al mundo
Con lengua y todo
A ver si lo contagio
Estoy enamorado
Yo quiero darle un beso al mundo
Sembrarle una sonrisa
Pedirle que se calme
No vaya tan de prisa
Que me preste su luna
Y me preste su sol
Para compartirlos con mi amor
Que aproveche la lluvia
Hoy que tenemos sed
Y el amor de fruto, oiga usted
Yo quiero darle un beso al mundo
A ver si lo comprenden
Yo quiero darle un beso al mundo
Sembrarle una sonrisa
Pedirle que se calme
No vaya tan de prisa
Que me preste su luna
Y me preste su sol
Para compartirlos con mi amor
Que aproveche la lluvia
Hoy que tenemos sed
Y el amor de fruto, oiga usted
Yo quiero darle un beso al mundo